En el arte de la locura
y el prejuicio de quienes critican
Caen quienes gozan de la vida
sin privarse de libertad alguna.
Pero que delgada y junta está la línea
entre estas maravillosas criaturas,
que sin perderse en la gula
se devoran al máximo las horas del día.
Sonríen y lloran,
se entregan y gritan,
logran sentir la mayor de las iras
hasta calmarse y volver como una suave ola…
Parecen tener algún instinto,
quizás algo que agudiza sus almas…
Que crean, proyectan y aman
con la fuerza y brutalidad de un río.
Sus horas tienen más colores,
Picasso forma parte de su paleta…
Se destacan con muchas destrezas,
pues hasta sus segundos se expresan en flores.
Seguro transpiran hasta quedarse sin aire,
en una simple rutina de oficina,
porque cada día se desafían
con una nueva aventura, aun que sea con un aburrido traje…
Sus intereses fluyen por otros rumbos,
sus miradas capturan en ocho dimensiones,
duplican los sentidos y sabores
exprimiendo sus siete vidas y obteniendo buenos frutos.
El mundo es tan intenso
vivir y respirar el aire como estos seres,
pero el resto como locos los cree.
Cuánto se pierden los demás, a veces pienso
por querer ser parte de un grupo de mensos…