Aike (2009)

Como el viento en el sur 

vuela a cada momento,

parada en medio de la ciudad

siento correr el tiempo,

con la diferencia que 

en mi seca y fría tierra

puedo gozar de su silencio.


Se encuentran espacios vírgenes

Atrapandote de forma tal 

que no quieras irte,

aunque no cuente con su calafate

muchos anhelamos 

volver a ver sus tardes,

con ese cielo azul puro

en degradé esfumando al amarillo.


En verano la noche escasea,

el sol casi no permite 

que la luna se vea;

y cuando el invierno llega

es la blanca luz quien 

de la ciudad se adueña.


Su gente parece conocerse mucho

a la vez que entre ellas 

se perciben grandes muros,

muchos esconden

eso que todo el pueblo conoce;

tradición de campo desolado,

pocas palabras hay en su trato.


Cientos de kilómetros 

se alcanzan a ver 

sobre el horizonte,

cubiertos de mata negra

sobre su fino pasto amarillento,

acompañado de solitarios cables 

colgados en alineados postes.


La vida allá es pacífica

no se sabe andar de prisas,

los pájaros cantan 

sus alegrías

aleteando fuerte

posando a la luz 

de cada día.


Las agujas 

no corren a nadie

se vuelan 

con las fuertes brisas del aire.


Lucha diaria

las bajas temperaturas

seguir con las tareas,

aprendiendo que el clima

es solo una simple variable

un perfume

de la vida en el sur.


Es ese lugar 

donde me han criado.


Hace ya tres años 

me mudé,

nunca pude dejar de extrañarlo

pasa el tiempo

y más valoro

añoro

todo lo que me enseñó

lo que me marcó

y me lleva siempre

a un bello

pasado.

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