La primera vez
que compré
100 gramos
de almendras
me sentí adulta.
Ya me creía lista
para comer
Cosas de Adultos,
con sabor amargo
o no dulce.
Sabor de Adulto.
Fue comprar puchos
que lo veía de Adultos
pero no me animaba
a tanta rebeldía.
Comer almendras
era más maduro.
Las compré
en la feria hippie
que frecuentamos con mamá.
Los Artesanos
traían novedades al sur.
Sí, El Bolsón
era nuestro norte.
Fue con una amiga,
cómplice
del acto de madurez.
Las dos comimos
degustando
disfrutando.
La vendedora
nos ofreció pasas de uvas
y agradecimos
con un rotundo no,
TAN adultas no nos creíamos,
era un principio
a ser mayores,
no abuelas.
Hoy como almendras
casi todos los días,
las endulzo con pasas de uva
acompaño con algún libro
que entretenga
mis problemas
(de adulta).
El tiempo envuelve
más versiones,
de vez en cuando
la misma sensación
de a mis 12
saboreando disgustos
adultos
en un pequeño cuerpo
buscando siempre
volver
a la sorpresa.