Te veo y no me veo.
Estática
Y tan volátil.
Acostada
sobre la cama inmóvil,
me retuerzo
en impulsos.
Mi cuerpo sin fuerzas
y un corazón corriendo
hacia las rodillas.
Mi voluntad se incendia
ahogada en la incertidumbre.
Mi mente entregada
avasallante
reunión de consorcio
nadie quiere coincidir
todos son partes,
dañándose unos
a los otros.
No es un sueño,
me pellizco y lo confirmo.
Siento encierro,
desbordo de energía,
me sobra espacio
y faltan definiciones.
Aturde esta realidad.
Voy a extrañar
el viento sobre mi cara.
Pero lucho
dementemente.
Busco solidez
fuera de mi campo
E mocional.
Pruebo cerrar los ojos
y lo sigo viendo.
Sos esa pared
que me constru
yo tan flexible
para destruir
todos mis deseos.
Nadie
te puede entender
ME puede entender.
Descifrar el origen,
dolores que
ni todo el arsenal tecnológico
ME puede explicar.
Busco
donde nunca quise entrar,
degradación
progresiva
invisible.
Voy incubando
Mi próximo desafío.
No quiero jugar más
a estas adivinanzas.
Pasan las horas,
las infinitas
e inútiles teorías
de tu visita.
Larga estadía
habitandome,
con previo aviso.
Me fundo
en amargos silencios.
Dejo caer
mis párpados cansados
buscando
hacia adentro
cual arqueóloga hambrienta.
Por momentos
vuelvo a rendirme.
Pero algo me incita.
Probar levantarme
(cuando no sabía
todo eso que tenía
de poder levantarme).
Ya casi cumplo
90 amaneceres
en mi quietud.
Todo parece
seguir igual,
mientras mis piernas
aprenden a frenar.
Mis brazos
se hacen cargo
mientras la mente
toma coraje
y delega su orgullo
a ese no se qué
que intento sanar