Rodeado de nada
y tan lleno de todo,
se resguarda
del peligro.
De entender su realidad.
De aceptar que no
los ángeles
no existen.
¿A qué altura
empieza el cielo?
Donde termina su piel
teñida ya
de gris calle.
Leer un denso paisaje
tan monocromático
que lo pierde,
lo desvanece solo
y amanece.
Camina hacia atrás
para verse,
siente hacerse trampa
en el solitario.
¿Por qué no puedo correr
cuando me corren en los sueños?
Su imaginación atenta
contra su libertad
y sus ganas de vivir
envidia a sus pares.
Presume que los de adelante
tienen prioridad
y él siempre estará atrás
para hojear.
Las preguntas
son solo para los personajes
mientras él aguarda un ala amiga
que lo salve.